Iniciaré este artículo suscribiendo las palabras de una gran compañera y abogada, María Pérez Galván, que recuerda que el abogado de Familia debe estar dotado de una sensibilidad especial personal y jurídica, tener vocación, paciencia y luchar por el interés superior de los niños.
En Derecho de Familia cada caso es diferente y no todas las soluciones se encuentran en la ley, por eso es tan necesaria la formación de los abogados para especializarse en esta materia.
Estamos viviendo desde hace años una transformación del Derecho de Familia que no acaba de consolidarse en la legislación que se ha quedado obsoleta respecto a cuestiones como la custodia compartida, uso de la vivienda, pensión compensatoria, relación con los abuelos, alimentos a hijos mayores de edad, maternidad subrogada y otros conceptos que a pesar de los cambios sociales desde que se creó en el año 1981 lo que se dio a conocer como la «Ley del Divorcio», apenas han sufrido alteraciones, siendo el Tribunal Supremo el que mediante su jurisprudencia y doctrina ha tenido que sustituir al legislador en esta tarea, no sin alguna polémica al respecto.
Aún así, es difícil unificar la práctica del Derecho de Familia en toda España, ya que todavía hay órganos judiciales reacios a aplicar la nueva jurisprudencia, creándose una praxis diferente según el lugar del territorio nacional en el que se ejerza.
Justamente, para poder unificar criterios y práctica, todos los compañeros que nos dedicamos al Derecho de Familia debemos aunar esfuerzos para evitar la desigual aplicación de la ley y jurisprudencia, siempre prevaleciendo el interés de los menores e incapacitados, y salvaguardando sus derechos, sobre todo, a ser felices tras la ruptura o divorcio de sus progenitores.
Igualmente, y tal y como manifiesta otra de las grandes profesionales en esta materia, Isabel Winkels, y que suscribimos todos aquellos que no dedicamos al Derecho de Familia, es necesaria la especialización ya no solo de los abogados, sino también de otros operadores jurídicos, como son jueces y fiscales, e incluso psicólogos y trabajadores sociales, además de la creación de Juzgados de Familia.
En relación a otro de los problemas que azotan el Derecho de Familia, también me tomo la licencia de reiterar las palabras de la presidenta de la Asociación de Española de Abogados de Familia (AEAFA), María Dolores Lozano Ortiz, ante la Comisión de Derechos de la Familia, la Infancia y la Adolescencia del Senado en este año 2019 : “Las consecuencias de las rupturas mal gestionadas generan una relación directa en la escalada de violencia”, no solo de género o doméstica, sino también de hijos a padres, y la solución para ello pasa por una buena organización respecto a todos los profesionales que nos dedicamos al Derecho de Familia, así como la creación de una jurisdicción especializada en Derecho de Familiaque facilite una respuesta rápida y eficaz en los procesos de ruptura matrimonial a los efectos de reducir la violencia de género, y la cada vez más frecuente, violencia filio-parental.
Es por ello que los abogados tenemos un papel esencial para evitar este tipo de situaciones en cuanto a un buen asesoramiento a los ciudadanos, una justa práctica y aplicación de las normas jurídicas,incentivando las buenas relaciones entre compañeros y haciendo uso además de diversas figuras auxiliares como la mediación y el coordinador parental.
Marta Bolívar Laguna
Abogada